Mandela fue una persona muy importante Promovió la resolución pacífica de los conflictos y luchó por la igualdad de derechos en su país natal, Sudáfrica. Pasó muchos años en prisión por combatir las políticas de separación de blancos y negros impuestas por el Aparhteid y tras su liberación, recibió el Premio Nobel de la Paz y consiguió ser presidente de su país. También se dedicó a recopilar cuentos africanos para promover valores entre los niños de todo el mundo, tomando como referencia la cultura africana que tanto le enorgullecía. Para recordar la figura de Nelson Mandela traemos uno de esos cuentos africanos del que seguro podemos sacar algún pensamiento positivo. Se titula...
Los ríos tristes
Había una vez una
montaña llamada “la montaña de agua” por disponer de dos grandes ríos en sus
laderas. Los niños y niñas se divertían bañándose. La gente lavaba y bebía de
los ríos y todo era felicidad, pues el agua daba la vida a aquellos
pueblos.
Tal era el buen humor de
la gente, que una mañana decidieron construir nuevas casas de paja para que
personas de otros lugares pudieran alojarse unos días a la orilla de los ríos.
Y así fue. Construyeron diez bonitas casas que pronto se llenaron de familias
en busca del agua fresca y limpia para refrescarse, lavar y beber.
Tanto bebieron que el
río comenzó a secarse. Las nubes, preocupadas, comenzaron a dejar caer gotitas
de lluvia sobre la zona para ayudar a los ríos a recuperarse. Pero llovió
tanto que algunas de las casas de paja se destruyeron.
Los hombres se enfadaron
mucho. Recogieron toda la paja y madera de las casas destruidas y decidieron
lanzarlas al río. Las mujeres gritaban: “¡No lo hagáis!, ¿No veis que la
lluvia era un regalo?”. Pero los hombres no escucharon y llenaron los
ríos de paja, madera y basura.
Con el paso del tiempo,
los ríos se entristecieron. Ya nadie jugaba en sus aguas y la gente no
podía acercarse a beber. Se pusieron tan tristes que acabaron
desapareciendo. Sólo a varios kilómetros del pueblo volvieron a aparecer,
muy tímidos, para proporcionar agua.
Las mujeres no quisieron
decir a los hombres donde estaba el agua, por miedo a que éstos volvieran a
contaminarlo.
Desde entonces, en aquel
lugar, las mujeres son las guardianas del agua y la naturaleza, protegiendo a
sus criaturas de cualquier mal que pueda suceder.
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